CONTENIDO
GUANARE. NOTAS BIOGRÁFICAS DE SU FUNDADOR.
Guanare es una ciudad de los llanos de Venezuela que debe su importancia, no a su categoría de capital espiritual del Estado Portuguesa (1), sino a la ventaja de poseer el Santuario de Nuestra Señora de Coromoto, advocación de la Santísima Virgen, que goza de gran celebridad en todo el territorio de la República de Venezuela.
Antes de dar comienzo a la relación fidedigna de los acontecimientos históricos-religiosos de la Aparición de Ntra. Sra. de Coromoto, nos ha parecido necesario echar una mirada sobre la ciudad de Guanare y traer a grandes rasgos la historia de su fundación, así como también unos breves apuntes biográficos de la vida de su fundador.
EL POBLADOR JUAN FERNÁNDEZ DE LEÓN: SU NACIMIENTO Y LLEGADA A VENEZUELA
En cierto día del año 1564, a bordo del navío “San Antonio”, desembarcaba en el puerto de Borburata un joven apuesto, de gallarda presencia, el cual, seducido por el misterioso atractivo del Nuevo Mundo, venía a engrosar el número de pobladores de las tierras de Costa Firme que ya se denominaban Venezuela. Este joven, que tan solo contaba dieciséis años no cumplidos, era Juan Fernández de León, el futuro fundador de Guanare. Traía consigo siete esclavos de su propiedad que más tarde los apuros y necesidades de circunstancias imprevistas le obligaron a vender.
Juan Fernández había nacido en el Reino de Portugal en 1549, pero joven aún, sus padres habían fijado su residencia en Cádiz y llevado consigo a sus nueve hijos. Juan, desde sus más tiernos años, se había saturado del espíritu de aventuras y lejanas expediciones que llenaba entonces el ambiente del puerto andaluz. No pasaban meses, a veces semanas, sin que algún expedicionario saliera para ultramar o de allá regresara. La fantasía embellecía las narraciones y en la mente de muchos se despertaba el vivo deseo de zarpar para las Indias.
Al efecto de organizar su viaje a Indias, pasó a Sevilla, y previo los arreglos con la Casa de Contratación obtuvo que esta le costeara los gastos de su traslación y la de los siete esclavos que le había tocado en propiedad por arreglo de los bienes de la familia.
JUAN FERNÁNDEZ DE LEÓN EN VENEZUELA. SU ACTUACIÓN EN LOS ACONTECIMIENTOS DE LA COLONIA. ACUSACIONES Y DEFENSA.
A poco de su llegada, asaltado por unos cuarenta corsarios el Puerto de Borburata, donde había desembarcado, Juan Fernández de León dio muestras de singular arrojo y bravura, reduciendo a prisión a 14 de los saqueadores.
En aquel tiempo se preparaba una expedición armada para la conquista de los indios caracas. Juan Fernández se alistó en el ejército expedicionario y fue unos de los 150 valerosos conquistadores que a las órdenes de Diego de Lozada vencieron a los indios, fundaron la ciudad de Caracas y poblaron el centro de Venezuela.
Mereció un día especial encomio por haber vencido con pocos compañeros a un grupo considerable de indios Teques y haberse apoderado de las minas de oro del Macarao, que por largos se explotaron en provecho de la real hacienda.
Sus virtudes, su talento y los grandes servicios que, tanto con su persona como con sus bienes, prestó a la causa de la conquista y colonización de Venezuela, le merecieron desempeñar siempre cargos eminentes en la provincia: fue dos veces alcalde Caraballeda, y sucesivamente Regidor del Cabildo de Caracas, Procurador General, Escribano de Gobierno, Escribano público y del Cabildo, Juez de comisión en distintas ocasiones y en 1578 Alcalde ordinario de Caracas.
A pesar de sus méritos y de los altos puestos que había desempeñado en la colonia, no obtuvo al abrigo de los ataques que el gusano de la envidia hace brotar en las almas viles y rastreras.

Una Real Orden, fechada en Madrid a 21 de abril de 1578, mandaba apresar a todos los portugueses residentes en Venezuela y llevarlos con sus haberes y familias a la ciudad de Sevilla. Motivaban este decreto las quejas que algunos envidiosos habían formulado contra unos portugueses que ocupaban puestos eminentes en Coro y en Caracas y entre los cuales figuraba, en primera línea, el Capitán Juan Fernández de León. Se les acusaba de traición a España por estar en connivencia y entablar relaciones con los piratas que en esos años saquearon las costas del país. La Real Audiencia de Santo Domingo envió a Venezuela a Alonso Arias Vaca para dar cumplimiento al mandato del Rey, el cual no llegó nunca a entrar en vigor, por las protestas, gestiones y grande influencia de que gozaba en Venezuela el abnegado Juan Fernández de León, el cual probó con facilidad su inocencia (2), puso de manifiesto los innumerables servicios prestados por él a la Corona de España y obtuvo del Rey letras favorables con el título de Regidor perpetuo del muy honorable Cabildo de Caracas.
Juan Fernández de León fue soldado valeroso y guerrero intrépido en las milicias de Diego de Losada y cubrióse de gloria por sus hazañas peleando contra los corsarios y Caribes y bajo las órdenes del incomparable capitán de la conquista, el esforzado e invicto Garcí González.
Por mandato de don Juan de Pimentel, Gobernador de Venezuela, Garcí González salió de Caracas en abril de 1579 con 100 españoles y 400 indios, a la conquista de los Cumanagotos. Estos naturales, ensoberbecidos por la derrota que habían infligido a la malograda expedición de Diego Fernández de Zerpa, habían llevado la osadía hasta infestar con sus piraguas las aguas del mar Caribe y se habían apoderado de una embarcación que de Margarita hacía vela para el puerto de Caraballeda.
En esta expedición, Juan Fernández de León distinguióse en la célebre batalla de Unare, donde, pasando 40 jinetes el río a nado, derrotaron a 3.000 indios Cumanagotos puestos en defensiva en la ribera opuesta.
El buen comportamiento de Fernández de León Pacheco y el prestigio que su valor, a la par que sus virtudes, le habían granjea-do, hicieron que Garcí González le diera el título de Cabo y le confiara el mando de un grupo de soldados, con la custodia del fuerte del Espíritu Santo de Querecrepe, mereciendo en el cumplimiento de este último encargo los aplausos y alabanzas de su general.
Fernández acompañó a Garcí González a la tierra de los Quiriquires, donde tuvieron que empuñar la lanza para castigar a los indios infieles a la amistad. Fue uno de los fundadores de la efímera ciudad del Espíritu Santo de los Quiriquires, situada en la región donde después se estableció la villa de San Sebastián de los Reyes.
Los méritos importantes ganados por Juan Fernández de León en los ejércitos de García González, en las campañas contra los corsarios e indios Cumanagotos, Quiriquires y Caribes, le merecieron el ascenso a los grados de cabo, alférez y últimamente al de capitán. Este título aumentó la autoridad moral de que ya gozaba en el ejército, y le permitió poder organizar con ventaja la expedición que dio por resultado la fundación de la villa del Espíritu Santo de Guanaguanare.
De su matrimonio contraído en 1572 con la señorita Violante, nacida en Venezuela e hija de don Antonio Barrios, uno de los más honrados y primeros conquistadores y pobladores de esta re-gión, tuvo tres hijos, que fueron el Capitán Simón León Fernández Pacheco, más conocido con el sólo nombre de Simón Pacheco, doña María y Martín Pacheco, que se consagró a servir a Dios en la orden de San Agustín.
El mayor, Simón Pacheco, casó en Caracas con Numia Núñez Carvajal, hija de don Francisco Carvajal y de Leonor López, ambos de Termos, del Obispado de Zamora (España). Este Carvajal era sobrino del esclarecido prelado y Cardenal Bernardino Carvajal y del Ilmo. Sr. Arzobispo de Santo Domingo y Primado de Indias, Fray Juan de Carvajal.
Don Simón acompañó a su padre a la provincia de Guanagua-nare y recibió el nombramiento de Regidor de la Ciudad del Espíritu Santo: tuvo dos hijas, una de ellas contrajo matrimonio en Caracas con cierto emparentado con los abolengos del Libertador y Padre de la Patria.
RELATO DE LA FUNDACION DE GUANARE
A mediados del año de 1589 arribó a las costas de Venezuela don Diego de Osorio. Su nombramiento de Gobernador de Venezuela está fechado en Madrid, a 4 de diciembre de 1588; y lo recibió en Santo Domingo, en mayo del siguiente año, en donde desempeñaba el cargo de General de las galeras que custodiaban las costas de la Española o isla de Santo Domingo.
A la llegada de este insigne marino y guerrero, la provincia de Venezuela se hallaba en un estado lamentable de desorganización social y civil.
Don Luis de Rojas, su predecesor, y uno de los peores dignatarios que hayan regido los destinos de Venezuela colonial, estaba enjuiciado por los atropellos y vejaciones de los cuales se había hecho culpable.
Diego de Osorio, al tomar en sus manos las riendas del gobierno de la provincia, dirigió la política hacia la concordia y unión de sus súbditos con el respeto a las leyes e instituciones y a la dignidad humana, y la enrumbó por las vías del progreso y desarrollo económico.
Por estar fuera del tema que desarrollamos, no podemos extendernos sobre la brillante actuación de este insigne gobernador; resumiremos diciendo con el historiador colonial: «De un embrión informe en que se hallaba todo a su llegada, lo redujo su actioides a las formalidades de un ser político.»
Los vecinos de Caraballeda habían desamparado aquel puerto por causa de las vejaciones de Luis de Rojas. Habiendo intentado Diego de Osorio repoblarlo, y negándose éstos a ello, en la segun. da mitad de 1589, creó el de la Guaira, que subsistió como Puerto de Santiago de León de Caracas.
Atento a las necesidades y desarrollo de la provincia, Osorio. considerando que en los inmensos territorios situados al sur j sudeste de Barquisimeto y del Tocuyo, hasta los límites con la Nueva Granada, no había población alguna que asegurase la posesión de aquel extenso partido, resolvió la fundación de una o dos ciudades en aquellos dilatados predíos.
Para realizar con éxito empresa de tal envergadura, necesitaba de su sujeto que reuniera las condiciones necesarias en tan importante jornada.
A su acertado criterio, Juan Fernández de León era la persona calificada para llevar a feliz término esta empresa, por reunir, a su juicio, todas las cualidades requeridas.
Lo mandó llamar y, aceptada la comisión, con fecha 17 de mayo de 1591, le extendió el nombramiento correspondiente.
En esta pieza documental, de alto valor histórico para la ciudad de Guanare, Diego de Osorio dice:
«Teniendo confianza y mucha satisfacción de vos, Juan Fernández de León…, y porque en vos concurren las partes y calidades que para semejantes cargos se requiere: por tanto, en nombre del Rey nuestro Señor, os nombro a vos dicho Juan Fernándes León, por Capitán de las dichas provincias de Guanaguanare, Cerrillos y sus comarcas (2), para que en las partes y lugares de las que os pareciere podáis poblar una o dos ciudades.»
Preparativos: Don Diego de Osorio, en el nombramiento de Capitán poblador, dado a Juan Fernández de León para la fundación que había de hacer, decía: estáis facultado para que «poddis juntar y juntéis en toda esta Gobernación la gente necesaria. y juntos podas ir y vayáis a la dicha conquista y población…. »
Con los despachos del Gobernador Juan Fernández, durante los meses de mayo a octubre, anduvo viajando por los pueblos de Venezuela para reunir voluntarios a su jornada.
El 7 de julio la pregonó en Nueva Segovia de Barquisimeto, el 15 de agosto en el Tocuyo y el 15 de septiembre en Carora.
Estimulaba poderosamente a adherirsele la disposición real contenida en su título de Capitán poblador, que ordenaba a las personas que tuviesen encomiendas en la provincia que iba a poblar se le uniesen, y que de no hacerlo perderían sus encomiendas de indios, que serían distribuidas entre aquellos que le acompañasen.
El Tocuyo fue la ciudad escogida para la reconcentración final y en ella se le sumó el escribano público y de cabildo el portugués Domingo de Mederos.
Reunidas unas sesenta personas, entre ellas varios portugueses, quienes, agradecidos por la protección que en 1578 recibieron de Fernández de León, acompañaron a su bienhechor y fueron de los primeros fundadores de la villa del Espíritu Santo.
Bien provisto de herramientas, víveres, cabalgaduras y recuas, corriendo el mes de octubre, salió de Tocuyo hacia los llanos, atravesando la sierra de Dinta, nombre que los aborígenes daban a las montañas del sur y sudeste del Tocuyo, y llegó a la región en la cual, según las órdenes que le diera Diego de Osorio, debía fundar ciudad.
Exploró Fernández toda la comarca y fijó su asiento en un sitio que le pareció propicio para establecer una población.
Este lugar, conocido siempre con el nombre de Mesa de Ca-vacas (3), hállase situado en una altiplanicie, sobre una barranca alta, apartada de todo monte y bosque, a dos tiros de piedra del río Guanaguanare, el cual batía entonces sus caudalosas y turbulentas aguas contra el pie de la áspera bajada que le daba acceso.
Allí, el día 3 de noviembre de 1591, rodeado de todos los pobladores, dijo que en virtud de los poderes que tenía: «En nombre de la Católica Real Majestad del Rey don Felipe Nuestro Señor, segundo de este nombre, fundaba y fundó y poblaba y pobló, en esta dicha provincia, riberas del Guanaguanare, la ciudad del Espíritu Santo del Valle de San Juan.»
Mandó colocar un rollo de madera en el centro del terreno que debía ser la plaza; «y estando el dicho capitán a caballo y armado de todas sus armas, dijo en altas e inteligibles voces, que podía ser oido de todos los circunstantes, que si habia alguna persona que se lo contradijese que saliese a lo pedir y demandar, que en nombre de su Majestad, lo defendería, lo cual dijo tres veces, tirando cada vez un golpe y dando en el dicho madero, con una espada que en la mano tenía, en señal de posesión; y no hubo persona alguna que lo contradijese; y así quedó en quieta y pacífica posesión».
(Extracto del acta de fundación, Archivo General de Indias. Patronato 50, Ramo 17.) Con tan espectacular ceremonia nació la «ciudad del Espíritu Santo del Valle de San Juan de Guanaguanare» (4), el 3 de noviembre de 1591.
Acto continuo, Juan Fernández de León nombró a Domingo de Mederos y a Blas Rodríguez Casco por alcaldes ordinarios de la ciudad, y por regidores a Pedro de Polanco, Bernardino Crespo, Jorge Martínez Barreto, y a su hijo, Simón Pacheco. Por Alguacil Mayor a Antonio de Sespeda, y a Manuel Fernández por Procurador General. De todos ellos recibió juramento de fidelidad en el cumplimiento de sus nuevos deberes.c
Pedro Gómez de Acosta, escribano público, levantó el acta de la fundación, que firmaron, tanto Fernández como todos los miembros del nuevo Cabildo.
Con carácter de testigos signaron también Manuel Antúnez y Antonio Rodríguez, así como también el sacerdote Pbro. Francisco Rodríguez, quien iba de Capellán de la expedición, y fue el primer cura párroco de la ciudad de Guanaguanare y quien ofreció al Altísimo el Santo Sacrificio de la Misa el día de la fundación de la ciudad, en la explanada de la Mesa de Cavacas.
Los límites que se fijaron a la jurisdicción de la nueva población fueron los siguientes: el río Tapia. hoy Boconó o Choroco, con se nacimiento; desde allí, siguiendo por la serranía, laso. el Páramo de Cende, en el nacimiento del río Tocuyo, y de allí hasta las fuentes del Guanaguanare, en el sitio de la Montañuela, cerca del actual pueblo de Anzoátegui.
Desde este último punto, el límite seguía por la cordillera hasta el nacimiento del río Portuguesa, y de allí, siguiendo la cordillera, hasta las fuentes del Acarigua, y por el curso de éste hasta su confluencia con el Guanaguanare.
Juan Fernández de León pasó después a fijar sitio para la iglesia y solares para las casas. En pocos días, con la ayuda de los naturales, se construyeron humildes viviendas de horconadura y palma, que formaron la primera ciudad llanera de Venezuela, la cual, andando el tiempo, adquiriría nombradía y fama por l aparición de Nuestra Señora de Coromoto.
En la «Relación geográfica de la ciudad del Espíritu Santo de Guanare», escrita en 1608, es decir, diecisiete años después, se dice que era entonces fama que al tiempo en que Juan Fernández de León pobló la ciudad había 700 indios casados, los cuales fueron repartidos entre 25 ó 26 encomenderos.
Una parcialidad de estos aborígenes, conocidos con el nombre de Coromotos, disconformes con las nuevas disposiciones, no queriendo perder su completa libertad, antes de ser reducidos a encomienda huyeron, internándose en las selvas, montañas y dilatados valles que se extienden al norte de Guanare, hacia las fuentes del río de este nombre y del Morador, donde se mantuvieron por largos años, perdiéndose completamente su memoria entre los pobladores de la Villa del Espíritu Santo de Guanaguanare.
Para interés de todos, nos es grato presentar a continuación la lista de los fundadores de Guanare, a quienes correspondió una encomienda:
- Juan Fernández de León Pacheco, Capitán fundador, portugués.
- Antonio Carvajal, cuñado de Simón Pacheco, Alférez, VIzcaíno.
- Juan Simón Pacheco, hijo del Capitán fundador, Regidor.
- Pedro Gómez de Acosta, portugués, Escribano.
- Domingo de Mederos, portugués, Alcalde; iba acompañado de sus hijos Blas y Diego de Mederos.
- Blas Rodríguez Casco, portugués, Alcalde.
- Pedro Polanco, Regidor.
- Bernardino Crespo, Regidor.
- Jorge Martínez Barreto, Regidor.
- Antonio de Sespeda, Alguacil Mayor.
- Manuel Fernández, portugués, Procurador general.
- Francisco Rodríguez, gallego.
- Diego Díaz Sardo, portugués.
- Diego de Ocampo, extremeño.
- Hernando de Ocampo, extremeño, con su suegra
- Catalina de Leiva, hija de Diego de Leiva, de los primeros conquistadores de Venezuela.
- Pedro Madroñero, extremeño.
- Diego de Escorcha, de los primeros conquistadores de Venezuela.
- Alonso Díaz de Rojas, andaluz.
- Pedro Martín Matamoros, isleño.
- Pedro Asensio, extremeño.
- Melchor Luis, portugués.
- Manuel Antúnez.
- Antonio Rodríguez.
A esta lista tenemos que agregar los nombres de
- Juan Vázquez Guerrero.
- Diego de Jaro (Xara, Yara).
- Andrés de Pernía.
- Francisco González.
- Gonzalo de Mendoza.
- Juan Serrano (5).
- Alvaro Sánchez.
Quienes, si no fueron encomenderos, figuraron entre los fundadores de Guanaguanare, y es de advertir que estas personas eran pobres. pero casadas y con hijos, y que su aporte fue de grande ayuda en la erección de la ciudad. Hay que agregar a estas enumeraciones unos 25 soldados, cuyos nombres ignoramos, y que constituían la tropa regular organizada y mandada por el Capitán Juan Fernández de León, y más tarde por su hijo el Capitán Simón Pacheco.
*or la anterior exposición, vemos que el número de los fundadores del Espíritu Santo de Guanaguanare no alcanzaba a 60 personas: fueron unas 58, poco más o menos.
Algún tiempo después de fundada la ciudad llegaron otros pobladores, entre ellos Fernando y Pedro Martin Matamoros (5) y antes de 1601 los señores Martín de Sosa, Antonio de Mora, Juan Delgado y Gaspar Delgado aumentaron también el número de vecinos.
Los primitivos pobladores de Guanare sobresalieron también por su amor al trabajo y por su habilidad en hacerse de recursos.
Cultivaban el tabaco con buen éxito, pues para 1608 vendían ya anualmente 25.000 libras de este producto agrícola, que sembra. ban en las vegas del río y región de Tucupido. Tanto éste como los demás productos naturales, pescado, algodón, maíz y cueros de reses y venados eran llevados para Maracaibo, por la vía de Trujillo.
El ganado vacuno, caballar y mular se desarrolló rápidamente en los llanos de Guanare y vino a ser pronto la base principal de su desarrollo y bienestar.
No pudo Juan Fernández gozar, ni siquiera ver el principio de los frutos de los grandísimos sacrificios que había costado la fundación de Guanare, porque a los dos años de poblada y a tiempo en que preparaba una expedición para visitar y buscar cómo atraer a los guamonteyes, corriendo el año de 1593, lo sorprendió la muerte, que sintieron no sólo sus deudos inmediatos, sino también todos los pobladores.
La muerte del fundador fue para el Espíritu Santo de Guanaguanare el comienzo de una larga serie de negras desventuras.
La parca, con su incontrolada guadaña, para 1608 había ya segado la vida de muchos de los fundadores, pero sobre todo había aplastado, sin compasión ni misericordia alguna, la raza aborigen; en efecto, de las 700 parejas que se anotaron para 1591, solamente se contaban 150 indios en el año antes citado de 1608, y 13 6 14 encomenderos, quienes lo eran casi únicamente de nombre, pues sus encomendados eran sólo de cortas unidades.
Juzguen el caso por la siguiente enumeración:
Simón Pacheco, 30 indios; Francisco Rodríguez, 20; Diego Díaz Sardo, 15; Pedro Asensio, 12. Tenían 10 indios: Antonio Carvajal, Hernando de Ocampo, Diego de Escorcha. Tenían ocho indios: Diego de Mederos, Manuel Fernández, Pedro Martín Matamoros y Melchor Luis. Seis indios: Diego de Ocampo y Alonso Díaz de Rojas.
A pesar de las penalidades que hemos anotado y de las menguas sufridas, éstas, en vez de mermar y desvirtuar el mérito, valor y abnegación de los primeros pobladores de Guanare, los enalteció en grado sublime y heroico.
El trabajo, la pureza de costumbres, la simplicidad de moda-les, la dulzura en el trato, la honradez de procederes, la bondad y benignidad de carácter, fueron las virtudes en que sobresalieron los guanareños de esa ya remota época. El vicio y el crimen eran desconocidos, y no hay memoria de que en Guanare los indios hayan sido objeto de vil y abyecta explotación.
«Viven los vecinos (nos dice un documento de aquellos tiempos) con moderada pobreza y los más de ellos contentos, porque cuando allí entraron eran más pobres.»
A pesar de su relativa estrechez, los guanareños, a su costa, tenían una buena iglesia, con todos los ornamentos y demás objetos propios del culto cristiano. Su piedad, de todos ponderada, se alimentaba en las fuentes vivas del Santísimo Sacramento y del amor a la Madre de Dios.
Sigue diciendo el referido documento: «Sustentan honradamente con sus limosnas dos cofradías, la del Santísimo Sacramento y la de Nuestra Señora del Rosario.
Guanare nació y se desarrolló bajo el manto titular de la Virgen Santísima, pues desde su fundación la Cofradía de Nuestra Señora del Rosario, todos los sábados del año hacía celebrar una misa cantada en honor de la Virgen María.
Si la Madre de Dios escogió a Guanare como trono de su amor y sagrario de sus misericordias fue, a nuestro parecer, en premio del culto sincero y fervoroso que allí recibiera desde el primer año de su fundación con la misa cantada sabatina.
Los guanareños de hoy no debemos echar en olvido los ejemplos de nuestros egregios antecesores y tenemos que conservar firmes e incólumes la confianza y devoción a la Augusta Virgen Madre de Dios, el legado más preciado recibido de nuestros antepasados, y nunca permitir que se omita la misa sabatina que durante siglos se ha cantado siempre en la iglesia parroquial de Guanare, y que viene a ser grave obligación de los responsables del Santuario Nacional, de la que es hoy Patrona de Venezuela.
ACTA DE LA FUNDACION DE LA CIUDAD DE GUANARE
3 de noviembre de 1591
Guanare es una de las muy pocas ciudades de Venezuela, y aun de América, de la cual exista el acta de fundación.
Este valioso documento se encuentra en el Archivo General de Indias de la ciudad de Sevilla, en la Sección Patronato, legajo 50, ramo 17.
Con motivo de cumplirse el 3 de noviembre del presente año los 375 de su fundación, a propuesta del Hno. Nectario María, el Dr. F. S. Angulo Ariza, a nombre y representación de la Junta Pro-Celebración de tan gloriosas efemérides, ordenó la reproducción en fotocopias de este valioso título.
Como el documento original está escrito en ambas caras de una sola hoja y en un papel delgado y transparente, las fotos del mismo son de difícil lectura; por tal motivo, se han retocado cuidadosamente los dos negativos, con el único fin de eliminar las múltiples manchas de las transparencias y de hacer resaltar el texto antiguo, que de este modo se destaca y puede leerse con relativa facilidad en las fotocopias que lo reproducen.
Además, para que todo el mundo pueda darse cuenta cabal de su contenido, al frente de cada página va, renglón por renglón, su transcripción en castellano moderno.
Sevilla, octubre de 1966.




(2) «información de los servicios de Juan Fernández de León», 1587, Archivo General de Indias. Caracas, leg. 971.
(1) Este capítulo es extracto de nuestra bien documentada obra Juan Fernández de León, Fundador de Guanare, publicada a petición del doctor Victor Manuel Heredia Angulo, Presidente de la «Sociedad de Amigos de Guanare», y costeada por el señor N. D. Dao, Presidente del Banco del Caribe (3 de noviembre de 1971).
(2) En el acto de fundación de la ciudad de Guanare se alude a estos cerrillos con el nombre de cerrillos de Caranaca. Estos cerritos son conocidos
(3) Esta histórica mesa, tan famosa entre los vecinos de Guanare, debe su nombre a Juan Fernández Cabacas, popularmente conocido bajo su segundo apellido, quien había heredado una encomienda, que había venido muy menos, pues contaba solamente dos indios. Como tenía una pequeña estan cia en aquella mesa, el pueblo se acostumbró a llamarla Mesa de Cabacas, nombre que perduró después de su muerte. acaecida alrededor del año de 1648. Su encomienda, declarada vaca, fue adjudicada al hijo de Inés Gómez
(Archivo General de la Nación. Caracas, tomo 43).
(4) Guanaguanare: Especie de gaviota del Orinoco («Glosario de voces indígenas de Venezuela», doctor Lisandro Alvarado). Voz indígena de Vene zuela formada del sustantivo Guanaguana, gaviota, y del sufijo nominal re Según esto, la palabra guanaguanare significaría: lugar donde hay gaviotas.
*Los intaios deslgnaban con este nombre al Tio Guanare, probabiemente fit la abundancia de gaviotas que se velan en sus orillas. La villa del Espíritu Santo, fundada primitivamente junto a este rio, conservó el nombre de Guana-buanare hasta los años de 1720 a 1750, época’ en que perdio insensiblemente la primera parte de su nombre y conservó solamente el de Güanare.
(5) Uno de los héroes de la conquista de los Caracas, donde se ilustró con hazañas gloriosas.
(6) Doña Angela de Antequera era dueña de una encomienda y vecina de Guanaguanare; a su muerte, en el año de 1606, se opuso a ella Fernando Martín Matamoros, abogando los servicios de antepasados y los suyos proplos; tenía años de radicado en Guanare y había prostado aviada especial