TIERRAS DE LA VIRGEN SANTISIMA DE COROMOTO PRIMER PROPIETARIO. SU DONACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE CORO-MOTO. OPOSICIÓN DEL CABILDO DE GUANARE. TIERRAS DE BOCONó
Se dió el nombre de tierras de la Virgen a unas grandes extensiones de terrenos cedidos por sus dueños a la Imagen de Nuestra Señora de Coromoto del pueblo de la «Aparición de Nuestra Señora».
Entre los hombres notables e influyentes que sobresalían en la Villa del Espíritu Santo de Guanaguanare en 1651, figuraba en primera línea el Capitán Diego Pacheco de Carvajal, hombre respetable y honrado, que gozaba de las simpatías y aprecio de sus conciudadanos. Su padre, Juan Pacheco Carvajal, era hijo del Capitán Simón Pacheco de León, y este último, hijo del fundador de Guanare.
En 1651, Diego Pacheco Carvajal, deseoso de aumentar los bienes solariegos que le legaron sus ilustres abuelos, pidió a los alcaldes de la ciudad las tierras comprendidas entre los ríos Tu-cupido y Guanare.
La contestación de los alcaldes fue la siguiente:
«Tenemos por bien de hacerle merced y concederle todas las tierras que hay y se incluyen entre el río Guanaguanare y Tucupido, del camino real que va para la ciudad de Barinas, para abajo, hasta dar con las adjuntas de dichos dos ríos, en conformidad con lo que pide» (1).
Diego Pacheco Carvajal, con el primer Alcalde, Baltasar Riberos de Losada, y unos testigos, pasaron al sitio de las tierras y conformándose al ceremonial acostumbrado entonces para la entrega oficial de tierras realengas, el Alcalde tomó a Pacheco de la mano, diciéndole que en nombre de Su Majestad le daba la legítima posesión de ellas, y cortando unas ramas las entregó a Carvajal, el cual las recibió en señal de aceptación y toma de posesión (2).
Cuando en 1698 se fundó el pueblo de «Aparición de Nuestra Señora», Diego Pacheco Carvajal, a solicitud de Marcos Paredes de San Nicoáls, hizo donación de estas tierras a Nuestra Señora de Coromoto.
Pero poco después, el Cabildo, Justicia y Regimiento de ia ciudad de Guanare, principalmente el Alcalde Provincial, Manuel Delgado, procuraron estorbar la fundación del pueblo de «Aparición de Coromoto», por temor, tal vez, a que su desarrollo causara mengua y desdoro al culto de la Santísima Virgen en su Santuario de Guanare (3).
Pretendieron que estas tierras ocupadas por los indios Coromotos eran egidos, y quisieron obligarlos a pagar un tributo, por acuerdo que dictaron el 14 de octubre de 1702. Además, tampoco quisieron reconocer el título y cargo de «Protector de indios» que tenía Diego Pacheco Carvajal, alegando que este título quedaba sin eficiencia por haber fenecido en Caracas el Protector General de Indios de la Provincia, Licenciado don Domingo de Guzmán, quien era el que lo había extendido, en virtud de la facultad que para ello tuvo de los señores Presidentes y Oidores de la Real Audiencia de Santo Domingo.
Diego Pacheco Carvajal no se arredró con estos contratiempos. Diego Paredes de San Nicolás, su apoderado en Caracas, actuó de un modo tan hábil y brillante que gracias a sus gestiones y a la documentación que pudo presentar, y a pesar de la oposición que varias autoridades de Guanare, en especial Manuel Delgado, manifestaron en contra del Protector Diego Pacheco, obtuvo que el Capitán General don Eugenio Ponte, con fecha 10 de mayo de 1703, dictara la orden siguiente para las autoridades de Guanare:
«Por auto del despacho que acompaña a esta que he proveído de pedimento del Hermano Marcos Paredes de San Nicolás, y en vista de instrumento que ha presentado, reconocerá V. Sa. lo que ha de ejecutar en su cumplimiento, y en el interín que V. Sa. informa lo que en dicho auto se manda para en vista proveer lo más conveniente al RI. Servicio de su Magd. y que fuere de justicia, en ningún modo, ni con pretexto alguno se cobre pensión de los vecinos del pueblo de la «Aparición de Nuestra Señora de Coromoto», ni se embarace a los que quisieren poblar en él, ni se les haga molestias, ni vejación alguna, previniendo a V. Sa. que de cualquiera operación que hay en contravención de lo que tengo mandado, pasaré a dar la providencia que más convenga al servicio de Dios y del Rey Ntro. Señor, y fuere de justicia contra quien excediere de lo que he mandado y llevo referido.
Guarde Dios a V. Sa. Ms. As.
B.L. M. de V. S. su servidor
Don Nicolás Eugenio de Ponte.»
Algún tiempo después, el mismo Capitán General, por autos separados del 10 de julio de 1703, amparaba a Diego Pacheco Carvajal en legítima posesión de las tierras aludidas, que le pertenecían desde el año de 1651, y asimismo le reconocía y ratificaba en su título y cargo de Protector de Indios de Guanare.
No se dieron completamente por vencidas las Autoridades de Guanare, y si bien se eximieron de cobrar tributo a los Coromotos, no quedaron conformes, alegando que el Capitán General había recibido falsas informaciones, y los Alcaldes no dieron curso y aceptación legal a las órdenes del 10 de mayo y 10 de julio de 1703, Por cuyo motivo el Capitán General don Fernando de Rojas y Mendoza multó a los Alcaldes, Capitán Francisco Montezuma y Juan de Trejo Quesada, a pagar cada uno la suma de 17 pesos, aplicados a la Cámara de Su Majestad (24 de octubre de 1707.
No terminó con esto completamente la querella; el Cabildo de Guanare, influenciado por el Provincial y Alcalde Mayor de la Santa Hermandad, cargo que desde años antes desempeñaba Manuel Delgado, y que como declara Diego Pacheco Carvajal en sus escritos «es público y notorio que me tiene pasión y odio», el Cabildo, decimos, hizo una representación final al Capitán Gene. ral manifestando la pobreza de la ciudad y cómo Diego Pacheco Carvajal no cultivaba sus tierras, y daba a conocer que en Tucupío, a petición del Procurador don Julián Francisco Yuste, le ha. bían señalado sitio a algunos vecinos para sus ganados y labores y «sólo tenía allí un depósito hecho a Diego Pacheco Carvajal, siendo única persona viviente en esta ciudad sin cultivarlos, ano. tando que el Cabildo le dio demás de ocho leguas» (4). «Sin embargo, manifiesta el Cabildo al Capitán General que determinara en esto lo que fuere por resolver» (5).
Manuel Pacheco Carvajal, hijo de Diego Pacheco Carvajal y heredero de los nobles sentimientos de su padre, con fecha 22 de enero de 1714, en Caracas, ante el Notario Público don Nicolás Bartolomé Cedillo, hizo donación a Nuestra Señora de Coromoto de un hato de ganado que lindaba, por un lado, el río Tucupido, y por el otro, con el Boconó. Dio también además una extensa faja de tierra, que se extendía desde el paso del río Tu-cupido siguiendo el camino real para Barinas hasta La Punta, y por la parte superior limitaba con la serranía de donde baja el Tucupido.
En esta donación estaba también incluido un terreno de 10 fanegas de superficie a orillas del río Boconó. En esta donación actuó como intermediario y agente el siervo de María Santísimo Marcos Paredes de San Nicolás. Suscitóse entonces un litigio con el hijo de Manuel Delgado, el cual se arregló a satisfacción de ambas partes.
Don Carlos II (1661 a 1700), Rey de España, para regularizar en América las concesiones de terreno, y con el fin de hacer recursos para el sostenimiento de sus guerras, expidió en 1692 una Real Orden que obligaba a todos los americanos a adquirir títulos legales de sus bienes o hacer revalidar los que poseían mediante una suma que variaba según la extensión de los terrenos. Este decreto entró en vigor en Venezuela en 1707, fecha del nombramiento del Juez Compositor de Tierras, don Francisco Alonso Gil (6), el cual no pudo asumir inmediatamente el desempeño de sus funciones por causa de la oposición de las autoridades de Caracas.
Otra Real Orden de Felipe V (1711) dictaba medidas severas contra los gobernantes de Provincia que se negaron a prestar su ayuda al Juez Compositor. Marcos Paredes de San Nicolás, agente de los bienes de Nuestra Señera de Coromoto quiso entonces arreglar los títulos de las tierras pertenecientes a la Iglesia de Nuestra Señora, de conformidad con las nuevas disposiciones reales.
Por sus gestiones, Francisco Alonso Gil, el 14 de marzo de 1714 y el 8 de noviembre del mismo año, despachó sendos títulos, por los cuales constaba la propiedad y legitimidad de dichas tierras a favor de la Iglesia de Nuestra Señora de Coromoto. Por ambos títulos consta que en todas las sabanas de Tucupido no había otro interesado que don Félix Delgado con tres asientos de casa y corral para ganado mayor, teniendo los pastos y aguadas comunes.
Años más tarde, el 21 de junio de 1775, don Fernando Qua-drado, Teniente de Gobernador, Auditor de Guerra de la Provincia Y Juez General, Subdelegado para la venta y composición de tierras realengas, después de haber revisado los títulos de las tierras de Nuestra Señora de Coromoto, ante el Notario Público dor. Juan Domingo Fernández, declaró que todos los títulos de las tierras pertenecientes a Nuestra Señora de Coromoto eran justos y legítimos y que debían reconocerse como tales.
En 1760 el misionero Capuchino Fray Gerónimo de Gibraltar, de acuerdo con los Alcaldes don Francisco de Velasco y Pedro Pérez Volcán, escogió el rico valle de Boconó como asiento de un pueblo de indios, que fundó con la designación de San Jenaro de Boconó, en las tierras de la Virgen de Coromoto.
Cuando en 1778 el Obispo Mariano Martí se hallaba en Tucu. pido, sitio en donde el Padre Buenaventura de Egurrola mudaba el puebio de Aparición de Coromoto, dio unas providencias im. poniendo obligación a los boconeses de pasar un pequeño tributo, para ayudar a las necesidades de la mudanza de la iglesia.
Dice el Obispo:
«Constando que estas tierras del pueblo de Boconó de Guanare son propias y pertenecientes a la iglesia de Nuestra Señora de Coromoto por legítimas donaciones y títulos, como dicha iglesia de Coromoto está muy necesitada (era el año de la traslación del pueblo), mandamos que, a excepción de los pobres de solemnidad, los vecinos contribuyan anualmente con 4 reales por cada fanega de tierra cultivada., etc., por vía de arrendamiento a favor de la expresada fábrica de Co-romoto.»
(Archivos de Tucupido y Bocon6.)
No sabemos si esta disposición se cumplió; pero en 1822 el cura de Tucupido, José Antonio Unda, levantaba una iglesia al lado de las ruinas de la que había edificado el Presbítero Buenaventura Egurrola, la cual, por haber sido hecha a la ligera y sin gran cuidado, se desplomó cumplidos apenas cuarenta y cuatro años desde su construcción.
Necesitando fondos para estos trabajos, el Presbítero Unda pensó obligar a los boconeses a pagar el derecho estipulado por el Obispo Martí, pero éstos se negaron rotundamente, y como el Presbítero Unda insistiera en su intento, los boconeses nombraron por su apoderado a don Luis Palacios.
Las dos partes llegaron pronto a un acuerdo que satisfizo a todos.
Los boconeses, reconociendo el derecho indubitable que sobre sus tierras (7) tenía la Iglesia de Nuestra Señora de Coromoto de Tucupido, consintieron en comprarlas por la módica suma de 4.000 reales.
Don José Antonio Unda, previo permiso de la Autoridad Eclesiástica, firmó el acta de venta el 17 de febrero de 1826.
Las tierras de Nuestra Señora de Coromoto, situadas entre Tucupido y Guanare, propiedad primero de la Iglesia del pueblo de la Aparición de Coromoto y después de la de Tucupido, expropiadas injustamente por Guzmán Blanco, fueron cedidas a cierto personaje de su partido.
Esta Iglesia, así despojada de sus bienes, quedó reducida a suma pobreza, y el pueblo de Tucupido ha ido acabándose poco a poco.
(1) El Capitán General era el que daba las concesiones de tierras rea lengas, o baldías, como decimos ahora, pero cuando la Capitanía estaba vacan-te, los alcaldes podían conceder válidamente títulos de propiedad.
(2) Esta ceremonia tuvo lugar el 15 de enero de 1652; las escrituras de esta concesión, que hemos consultado, no hablan de los indios, los cuales, por consiguiente, no debían estar aún en Tucupío.
Años después, , el 17 de septiembre de 1699, el Alférez Real y Regidor Perpetuo Francisco Montesuna, siendo alcalde de Guanare, en auto particular, declaró por buenos y legítimos los títulos y despachos de dichas tierras, amparando en ellas a Diego Pacheco Carvajal.
(3) Sobre este particular el misionero Miguel Alejo Schabel ha dejado escrito: «La aparición de la Beatísima Virgen María fue aprobada por el Obispo de Caracas (por las diligencias que Aquel amante de María -Marcos Paredes de San Nicolás ) y que donde dicen que apareció en el mismo lugar que éste haya construido un templo en honor de la Deipara, fue causa de odio contra este hombre santo de parte de los habitantes y magistrados de Guanaguanare, que son vecinos de aquel pueblo tres leguas.»
(4) Comunicación del Cabildo de Guanare al Capitán General. Mayo 30 de 150% Iderhivo General de la Nación.
NOTA.-En el Archivo General de la Nación, hallamos todas las piezas y fallos de la querella de las autoridades de Guanare contra Diego Pacheco Car-vajal, y Marcos Paredes de San Nicolás. Hemos utilizado estos documentos para escribir estos apuntes.
(6) Francisco Alonso Gil actuaba en Venezuela como Juez Subdelegado General y privativo para las composiciones de tierras en la provincia, por comisión del Señor Licenciado Luis Francisco Ramírez de Arellano del Consejo de su Majestad en el real y supremo de Indias y Junta de Guerra.
(7) Estas tierras estaban situadas entre el Zanjón de Sipororo y el rio Boconó